La etapa es una ruta más exigente que la anterior etapa.
Empezamos el Camino en Pontedeume en dirección a Betanzos. Empezamos el Camino a través de la calle Real, una calle porticada. La salida de Pontedume se lleva a cabo por una empinada pendiente de casi 2 kilometros hasta Montecelo, en algún punto la pendiente es de un 25%. A partir de ahí, es un descenso suave con paisajes agrícolas; hasta llegar de nuevo al nivel del mar, a la altura del puente de Baxoi que tantos peregrinos vio pasar en la Edad Media. Es la antesala de la localidad de Miño, que se deja atrás para entrar en la desembocadura del río Lambre, perteneciente a la Red Natura 2000. Remontamos un trecho pequeño del río y cruzamos por un puente gótico, para después ascender y llegar a una altura desde la que se domina la desembocadura del río Mandeo, es la ría de Betanzos.

En el recorrido, la iglesia románica de Tiobre es lugar de parada obligada. Ante el peregrino queda una bajada entre viñedos. Un vino que tenía gran fama y que era muy deseado por la Marina británica en los pasados siglos. De ahí arranca una subida hasta un templo neoclásico, algo extraño en Galicia: “Nosa Señora do Camiño” (Nuestra Señora del Camino), también llamada “Os Remedios” (De los Remedios). Cruzando el antiguo puente sobre el Mandeo, entramos en Betanzos por la puerta de “A Ponte Vella”, una de las cinco puertas de la antigua muralla.

En esta histórica villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico es inexcusable callejearlo y visitar sus iglesias, especialmente la de San Franciso o el cenotafio de Fernán Pérez de Andrade (1397), que es reconocido como el mejor de los que se conservan en Galicia.

Betanzos, villa medieval. Un pueblo que tiene mucho que ofrecer, producto de su intensa historia. No en vano, fue una de las siete capitales del antiguo Reino de Galicia y cuenta con un espléndido casco medieval.